Es verdad sabida que, en muchos casos, en la muerte de nuestros seres queridos, amigos, personajes, y artistas entre otros, le expresamos con mucha potencia nuestros afectos y admiraciones, cuando podríamos, hacerlo en ambos escenarios en vida, de allí que sería hermosamente beneficioso, realizarlo también en el desarrollo de sus existencias.
No obstante, lo anterior y pese a que es una costumbre, en estas líneas, me referiré a la sorpresiva y dolorosa partida de Omar Geles, tal vez, cuando él, ni la familia, ni los colombianos lo esperábamos, se fué sin avisar, pero, para quedarse en la memoria de todos sus seguidores.
El negro Omar Geles, como amablemente lo llamaba Silvestre Dangond, pasó del umbral de la vida, a las dimensiones de la eternidad, éste prodigio del acordeón, fascinante compositor, entró en la existencia espiritual, está con dueño de la casa del cielo.
Los sonidos estereofónicos de sus acordes, cautivaron a los colombianos, en su exitosa y portentosa vida artística, maravilló nuestros sentidos, con la calidad de sus armoniosas melodías, poéticas composiciones, interpretados con altísima destreza.
Escuchar a Geles, es como ver hablar al acordeón, sus encantadores versos, interpretados con genialidad creativa, destellaban inmensa sabiduría ancestral, social, africana e indígena generador de dicciones que producían sensaciones y emociones agradables.
A pesar de no haberlo tratado, lo sentí cercano, tal era la potencia de su carisma, brillo de su humildad, pero además, por su origen afrodescendiente, cuyos caracteres naturales tienen la fuerza de hermanarnos, por cuanto los afros somos parte de una familia, unidos por la historia y la genética.
Las notas, las poesías del negro Omar Geles, eran sucesos de su vida, historia de la cotidianidad, realidades hechas canciones, portadora de una vigorosa energía, generadora de sentimientos que cautivan y enamoran. –
Las letras doradas de sus composiciones entendida estas como “la facultad humana para representar mentalmente sucesos, pasajes de amor, muestran el arquitecto artístico de la palabra fina, que traspasaba todas las barreras, para crear la fascinante adicción de escucharlo.
Toda Colombia, desde su tierra natal, pasando por toda la costa, sienten su partida, porque se fue una voz, un acordeón, que será siempre recordada, por cuanto, instaba a la recreación, a la parranda sana y a la integración familiar.
Omar Geles, construiste un camino de bendecidos éxitos, “como tu pensabas,” eres, el nuevo huésped de la mansión celestial, allí donde viven los espíritus, compartes presencia con el supremo y con quienes partieron primero, como Juancho Rois, Colacho Mendoza, Diomedez Díaz, Martin Elías, Kaleth Morales, entre otros grandes juglares.
Omar Geles, uno de los más grandes compositores y acordeoneros del mundo, tienes una silla en el salón de la inmortalidad, hasta siempre. Así son “los caminos de la vida,” perpetuado y estribillo de una de tus magistrales canciones.
Omar Geles, te fuiste, para inmortalizarte, “estuviste en el camino correcto,” gran sabedor, Rey vallenato, que Dios, de toda la fortaleza a tu madre amada, a tu esposa, hijos y que el todopoderoso los siga amando, como siempre lo hizo, sobre todo a esas hermosas criaturas, hermosos niños y niñas, que también, como Colombia, lloran tu precoz partida.