A sus 66 años de edad, murió el alma de “Los Monos”, Gustavo López Torres, conocido en Simití, Bolívar, como “Pacho Galán” por ser un enamorado acérrimo del bombardino, el instrumento musical que lo acompañó de por vida.
Gustavito creció en medio de sonidos de trompetas, saxofón, trombones y platillos; su maestro de origen fue el sabio “Coyoye”, Juan de Dios Salazar, quien lo obligaba a sentarse todo el día al lado del palo de pimiento, para que escuchara las entonaciones de las melodías que él, mágicamente fluía de su instrumento de cobre.
Todo empezó cuando Gustavito, un travieso niño, soplaba el molino donde su madre trituraba los granos de maíz… lo soplaba tanto, que se tiraba a las aguas de la ciénaga de Simití para expulsar el chorro de agua, imitando al maestro Coyoye.
En las fiestas patronales, uno de eso músicos que llegaban hacer su presentación, conoció al inquieto Gustavito, amante de la música de viento; el curtido músico le regaló un viejo bombardino, y sin pensarlo, López Torres se lanzó con alegría a las tibias agua y con sus pulmones jóvenes, expulsaba el líquido que quedaba atrapado al interior del instrumento musical, hasta sacarlo la última gota.
Su maestro Coyoye, lo llevaba a la fuerza para que aprendiera las primeras notas musicales; allí sentado en un taburete, pasaba horas enteras en el taller de lata, escuchando al sabio del cenagal, quien le enseñó sus primeros acordes.
Después de hacerse un verdadero profesional del bombardino, ingresó a la banda, Playa Blanca; esos tiempos dorados de la década de los años 70, siendo un músico de tiempo completo, igual que Guacho Rincón, Toño Pérez, Nancioanceno Urueta, el legendario “Cachón”, Marcos Fidel Suarez, Francisco Salazar “El Chico de la trompeta rebelde”, Gualberto Silva, quien murió la semana pasada en Barrancabermeja, recorrió muchos pueblos.
Pachito, como cariñosamente le decían, cumplió su sueños, grabó un acetato con la banda, 16 de Agosto de Aguachica, esa pieza de fandango conocida en la ribera del porro alegre, como El foco.
Gustavo López, era docente, en la época de Emensón Manota; él, dedicó gran parte de su vida a la formación de jóvenes de la vereda Cargadero, después de su periodo como maestro en Simití, se pensionó y se dedicó de lleno a tocar en cuanto evento o parrandas pueblerinas se realizaba.
Hizo parte de los sabios TICCA Simití, defensores del ecosistema de la ciénaga grande; su última presentación la realizó en la plaza de San Antonio, éste sábado 20 de octubre del presente año, acompañamiento de “Los mono”; al lado de Rafa Mendoza, quien también lo seguía en el bombardino; Manuel Suarez que con sus maracas hace versos y estribillos de la música de los monos; sólo dos jóvenes hacían parte de la culturización del grupo de música autóctona, Ronald Merchán quien era el encargado de la percusión y Lucho Ortiz Ríos, quien tocó la guacharaca.
Su vida sentimental giró alrededor de muchas mujeres, Omaira Peña, quien hace seis meses, murió y con quien concibió tres de sus hijos; Gertrudis Trespalacios, de quien nació Gustavito, La muñeca Parrao, quien le concibió Aldemar.
Como un músico vagabundo, enamoradizo de verdad, dejó en Barrancabermeja dos de sus retoños y su última compañera, Luz Marina Mendoza Díaz, lo acompañó en sus últimos días.
Fue un solo golpe, como el tambor, así murió el alma de los Monos, don Gustavo López Torres, El Pacho Galán de Simití.