“Me llaman Manuela Guerrero… pero agréguele el Tinoco, porque mi nombre es completo” ella con una voz solida nunca se olvida de donde proviene, quien la concibió; sus genes se ven en los surcos que marcó el tiempo en su rostro. “Con mi nombre hasta la tumba”
Ella se burla de su gran amigo Milciades Torres Barragán, “…él se alimentaba con manjares, comía chicharrón, tomaba coca cola, saboreaba manjares, dulces de arropilla, panelita, conservas, empanada simiteña y sopas llenas de harinas y hace 42 años lo enterré, lo dejé en el cementerio y yo sigo viva comiendo yuca y pescado y fumando tabaco con la candela por dentro de mi boca”
Hoy con una lucidez inmarcesible Manuela la lavandera de Las Flores dice: “La longevidad se debe a la yuca al vapor; al pescado en viuda, hoy recibo mis 96 años y toda la vida lave en el puerto; estoy seguro que en los próximos cuatro años, el municipio de Simití, me hará una gran fiesta, para rendirle tributo a mis cien años, a la ciénaga de Simití, que fue el sustento alimentario de mi familia, por haberme dado el fruto de la ciénaga de Simití, que nunca me negó olvidar mi pasado, porque estoy lucida en mi memoria, recordando el ayer; mientras la gran mayoría de hombres y mujeres de mi edad, que dicen alimentarse mejor, se les olvida hasta su nombre”
Manuela Guerrero Tinoco es una mujer TICCA, porque defendió su territorio y se lo heredó a sus hijos, nietos y paisanos, le dejó una un testamento a los simiteños, el hábitat natural, sin robarle un pedazo de playón a la ciénaga, porque para allá su vida se comparte con la la fauna y la flora silvestre. “No hay entierro con trasteo, no me lo puede llevar a la tumba” ella deja su medio natural a su pueblo, intacto, como se lo dejaron sus padres, comiendo del pez de cada día.