El 13 de junio está enmarcado en el corazón de los ribesureños; a través del Valle del Magdalena, muchos de los poblados llevan su nombre; en Simití, Bolívar, se celebra cada año la fiesta de San Antonio de Padua, tiene el título de doctor de la iglesia por sus profundas enseñanzas para los fieles, en sus escritos dejó varias oraciones que le compuso Jesús para pedirle de su gracia y misericordia, pero también es el santo de los novios.
A este santo que lleva por nombre Fernando Martim de Bulhöes e Taveira Azevedo, pero adoptó el nombre con el que fue canonizado al ingresar como sacerdote en la Orden Franciscana, se le representa con un Niño Jesús en brazos, debido a que en una ocasión lo vieron contemplando en éxtasis a un bebe resplandeciente que sostenía en brazos.
Antes de morir San Antonio de Padua dijo que tuvo la bendición de percibir la cercanía del Hijo de Dios, en el trance que se encontró dijo con una sonrisa: “Veo venir a nuestro Señor”.
La tradición más antigua de Simití, es sin duda alguna el día de Toño. Los fieles se colocan su vestido de color café y como monjes consagrados recorren las calles; niños, jóvenes, adultos mayores, son la vocación del atuendo que llena de alegría a los simiteños. Con seis sacerdotes, y el templo adornado de flores, Toño, se lució en la ceremonia con un templo repleto de fieles; los gritos siempre son. ¡Que viva San Antonio!