De origen sabanero, de esas sabanas salobres de los departamentos de Bolívar, Córdoba y Sucre, el hijo del viejo Miguel retumba entre los arbustos que crecen contra el viento; parece que el poeta Adolfo, es una mezcla de la piel blanco, negro e indígena. A lo largo de su vida ha estudiado el origen de sus antepasados.
Su bisabuelo paterno era de Ocaña y llegó a San Jacinto, alrededor de 1850, durante la fiebre del tabaco, era blanco y pecoso, probablemente de ascendencia española, varios años después se casó con Crucita Estrada, una negra bella… recién liberada de la esclavitud.
Con esta reseña, podría atrever a decir, que las ocañeritas heredaron la sangre del mejor compositor de la sabana, Pacheco Anillo y este próximo 8 de agosto, el vallenato esta de cumpleaños, son 80 años bien vividos de música y parranda, el juglar del vallenato, Adolfo Pacheco Anillo fue escogido por la gobernación de Bolívar en cabeza de Vicente Antonio Blel Staff y del Instituto de Cultura y Turismo, Icultur conducido por Iván Sanes, para darle el mejor regalo y el más merecido cumpleaños, para que el Maestro obtenga la condecoración del Premio Nacional Vida y Obra 2020 que otorga el Ministerio de Cultura.
Todos los surbolivarenses alrededor de él, igual que el Festival Vallenato, unirán sus manos para que este objetivo se cumpla. Pacheco Anillo, el hombre de la hamaca grande nació en San Jacinto, Bolívar ese 8 de agosto de 1940, músico, compositor y cantautor de música vallenata, de origen ancestral, de sangre de colores, donde sus pasiones se combinan con el plumaje del gallito de pelea.
Su abuelo paterno, Laureano Antonio Pacheco Estrada, fue quien descubrió en él, su inclinación por la música, él era tamborero de gaita; su madre cantaba a voz, pasillos, vals y boleros, en su casa; de sus recuerdos infantiles aún refresca su memoria, el primer verso que hizo a los seis años de edad, que es un canto indio en ritmo de puya “Mazamorrita cruda”, años después terminaría de componerlo.
Abogado de profesión, Adolfo Pacheco se hizo acreedor del título de “vallenatologo”, para que La Fundación Festival de la Leyenda Vallenata en el año 2005 lo declarara “Compositor Vitalicio”; distinción que comparte con Tobías Enrique Pumarejo, Rafael Escalona, Leandro Díaz, Emiliano Zuleta y Calixto Ochoa, pero no es nada contarle que lo hemos visto cantar, tiene una magia inabarcable, cuando se escucha, se degusta y siente en concierto de juglares, de maestro… el hijo del viejo Miguel, es simplemente genial.